domingo, 25 de octubre de 2009

Shock(1° parte)

Te odio, como quisiera olvidarme de ti. Pues bien, si eso quieres, te voy a ayudar....Son las dos últimas frases que intercambiamos como enamorados y son las que siguen sonando en mi cabeza, aún después de que haya pasado mucho tiempo, medio año creo, desde aquella discusión. Si se preguntan si hemos estado en contacto, pues cumplí con mi promesa, cómo? Pués empecé por el messenger y esas cosas; y luego tampoco le respondí los mensajes. De reconciliación? " oie acaso qieres huir d mi", "ers un cobarde!"... Pues claro, nos íbamos a "reconciliar".

Que puede hacer uno en medio año, pues mucho. Claro, no digo que no me haya dolido dejar de verla, es más tuve que aguantarme las ganas de querer responderle algunos mensajes o volver a agregarla al messenger, pero, que más le queda a uno cuando es orgulloso y terco y por sobre todo está eso, pues sigues mirando al frente sea cual sea el problema atrás. Y así estuve 6 meses, buscando una vida lejos de ella y cumpliendo con mi palabra.

Pero, como en toda historia, un final así de seco nunca se quiere, y quizás, esta vez el destino no quizo que fuese así...

Estaba saliendo de la universidad, de lo más tranquilo hablando con mi compañero de aula cuando en la puerta veo a un amigo de mi promoción, no lo había visto desde que terminamos el colegio y solo habíamos hablado por msn un par de veces. Que raro verlo aquí, pensé. Oe habla huevón, que milagro verte, a quién esperas? Vine a verte, me dijo con una cara seria que me hizo cambiar de ánimo en poco tiempo. Qué pasó? A qué se debe esa cara?, le pregunté extrañado. Te acuerdas de Diana? Sí, pero hace medio año que no hablamos, qué pasó esta vez? No sé como habrá sido su relación todo este tiempo, pero sé que terminaron mal. Anda directo al grano, le dije un poco desesperado. Bueno, hace tres días tuvo un accidente y la tuvieron que internar de emergencia.

Noticias así, en un día normal pues, hacen cambiar las cosas en un dos por tres, y de un día que empezó soleado, cambió a un cielo con nubes grises augurando malos momentos, como el que estaba pasando yo. No sabes que pensar, no sabes que hacer, ni siquiera te puedes mover y lo peor de todo, no sabes que sentir. No puedes hablar hasta que alguien te haga reaccionar.

En qué hospital está internada?, fue lo primero que salió de mi boca después de aquel shock. Está en una clínica cerca de aquí, si quieres ir hoy te acompaño de lo contrario aquí está la dirección. Cuando pude pensar mejor las cosas, recibí la dirección y le dije: Ya veré cuando la visito, pero gracias por avisarme. No vas a ir verla? Sí, pero ahora no, tengo que regresar temprano, ya veré cuando lo hago. Mentira, mi orgullo no me dejaba salir disparado a verla, no le guardaba rencor, no la odiaba, pero, mi orgullo me impedía hacer lo que comúnmente uno podía haber hecho.

En mi casa, seguía sin poder pasar la noticia, no sabía que hacer, fui a mi cuarto, cogí mi celular y revisé la foto, la única foto que tenía de los dos cuando todo iba bien entre nosotros, me empecé a sentir culpable de lo que pasó a tal punto, que creí que lo hizo a propósito. Sentía algo adentro que me fastidiaba, no me dejaba tranquilo, quizás eran las ganas de llorar, pero no podía. Me decidí a visitarla al día siguiente, no sabía con que cara la iba a ver, pero no importaba quería verla y punto.

Al día siguiente...

viernes, 16 de octubre de 2009

Lindos recuerdos...

Era una mañana de invierno, recién me había despertado, eran las 8: 30 de la mañana. Desenchufo el cargador de mi celular y veo en la pantalla un mensaje: Qiers vnir a mi casa? Jaja! Era ella, hace 2 meses que no la veía, la extrañaba mucho, no sabía que hacer en ese momento ¿Debía ir? Seguro era por alguna tontería, hola, cómo estás, chau. Pero algo me decía que debía ir. Le respondí el mensaje: Klaro no t preokupz aorita zalgo iego n mdia ora =D. Me duché, me puse un polo nuevo, cogí las llaves del carro y me fuí.

En el carro, estaba escuchando Por amor de Amén, que canción más precisa pensé, en el viaje hasta su casa, me puse a recordar todos los momentos que vivímos juntos, todas las cosas que hicimos, me di cuenta que no podía olvidarme de ella, es mucha cursilería por hoy pensé, puse la radio y prendí un cigarro, sin poder dejar de pensar en ella.

Cuando llegué me di cuenta que al costado estaba mi cámara de trabajo, había tomado muchas fotos artísticas, quizás quiera que nos tomemos unas fotos pensé, así que cojí la cámara y toqué su timbre. Sí? Soy yo. Ah, hola, pasa. Que gracioso, era ya mucho tiempo que no recorría aquel pasillo. Se abrió la puerta de su departamento. Hola, a los años, me dijo. Sí, lo mismo digo yo, le dije con una sonrisa un poco sarcástica. Me dio un beso en la mejilla. Quiéres pasar? Claro, si es que no voy a incomodar. No te preocupes.

En su departamento, vi que todo estaba igual que la última vez que entré, solo había un nuevo adorno puesto sobre la mesa. Se sentó en el sofá, estaba con su bata de dormir, se veía tan hermosa, hasta ahora no puedo olvidar esa imágen, seguía igual que antes, igual de bella; su cara, seguía igual de preciosa aún así recién se haya levantado; sus ojos, siempre me llamaron la atención, podía mirarla a los ojos todo el tiempo y no dejar de hacerlo, después de todo, fue lo que más me cautivó de ella. Ven, sientate, me dijo. Me senté y empezamos a hablar de todas nuestras cosas desde la última vez que nos vimos, pero a pesar de las risas y todas las cosas que nos contabamos, realmente lo único que hacíamos era alargar el momento para poder llegar al tema que realmente queríamos hablar. Estás con alguien? me preguntó, era la pregunta clave que nos abrió la puerta a donde realmente queríamos llegar, al menos yo sí quería llegar. No, por el momento estoy solo, algunas escapaditas quizás, pero nada serio. Y tú?, Tampoco... Hubo un silencio que invadió la sala por unos segundos que parecían eternos. Te acuerdas aquellos momentos? me preguntó. Claro, fueron muy buenos en verdad, momentos graciosos, momentos felices y también tristes. Bajó la cabeza no sabía que decir, hasta que me tocó a mí llevar la conversación y le dije: Como en toda pareja, claro, pero siempre recordaré los momentos felices. Sonrió y luego me preguntó, me extrañas?

Hay momentos, en los que sientes que hay dos puertas y que todo lo que venga después depende de solo que puerta habras, obviamente, la puerta en la que entres no podrás salir nunca y, quizás, luego nos arrepintamos de la decisión. Bueno este caso es uno de los tantos iguales. Solo que su mirada me quitaba la facultad de pensar y de la nada se me escapó un sí. En mi mente se dibujó que luego me diría, todavía? Ha pasado mucho y no te olvidas? Pero, para mi sorpresa, me dijo: Yo también y mucho. Me quedé en silencio. No sabía que decir. Quieres ir a mi cuarto?, Tan rápido? me reí. Claro, todavía se puede, me dijo sarcásticamente.

En su cuarto, todo seguía igual, sentí que no había pasado el tiempo por su casa. Te acuerdas? Me mostró la cadena que le regalé cuando todavía eramos enamorados. Claro, me acuerdo que ese día me quedé sin pasaje por comprartela y tuve que regresarme caminando hasta mi casa y casi me roban, y no te enteraste hasta un mes despúes. Nos reímos. Fue muy lindo de tu parte, me dijo. En ese momento, solo nos vimos a los ojos y todo empezó a pasar, nos abrazamos y luego nos besamos, después con la mente nublada la empecé a desvestir hasta que me fijé de su hermosa silueta, empecé a besarle cada rincón de su bello cuerpo, y luego le puse la cadena, se veía como un ángel y su única prenda era aquella cadena. Era una imágen tan preciosa que le pedí para tomarle unas fotos. Al principio me dijo que no, pero luego terminó aceptando. Tomé varias fotos, y luego de eso, nos metímos en su cuarto. Cuando me di cuenta, estaba hechado en su cama y ella me estaba abrazando, le dí un beso en la mejilla para despertarla y revisé el reloj, eran las 2 de la tarde. Me vestí y le pregunté: Qué será de nosotros después de que haya cruzado esa puerta? Me respondió: Todo vuelve a la normalidad, esto pasa a ser uno más de los tantos recuerdos que hemos tenido. Le pregunté: No puede ser otra vez aunque lo queramos, verdad? Se quedó callada y me dijo: No lo creo, te extraño, y creo que el resto es más que obvio, pero nada va más allá de esto... Me acompañó hasta la puerta y cuando iba a darle un beso, me dió solo la mejilla.

Regresando a mi casa, me puse a revisar las fotos y pensé: "Que lindos son los recuerdos..."